Presidente Bush quiere 245 mil millones de dólares más para guerrear
Por Roberto Pérez Betancourt
A pesar de los descalabros en su política guerrerista, el presidente W. Bush solicitó 245 mil millones de dólares adicionales al Congreso para seguir guerreando durante fdos años más en Afganistán e Iraq.
Esto sucede en un clima de crecientes amenazas bélicas contra el pueblo de Irán, a pesar de la opinión pública negativa, que dentro de los EE.UU. y a escala mundial demanda el retorno de los soldados norteamericanos a su país.
La posibilidad de atacar a Irán es un tema polémico y aunque el Secretario de Defensa estadounidense lo negó, al mismo tiempo expertos señalan movimientos estratégicos de fuerzas norteamericanas, indicadores de la intención de bombardear puntos selectivos del país persa.
De aprobarse el presupuesto, el país norteño habría destinado 745 mil millones a su cruzada antiterrorista desde el 11 de septiembre de 2001.
En compensación, W. Bush reclama rebajas presupuestales para atender ancianos, servicios de salud y otros programas sociales, mientras, solo en Iraq, derrocha 245 millones de dólares diarios.
La arrogancia imperial, manifestada en la actuación equívoca del mandatario W. Bush, se expresa además en el monto total del presupuesto para gasto de la defensa y “la guerra mundial al terrorismo” que demandará de los parlamentarios 716 mil millones de dólares, cifra que rebasa el producto interno bruto anual de todos, menos 14 país en el mundo.
Los norteamericanos empezaron la guerra contra Iraq con el membrete de “Libertad duradera”, y ahora le ponen “Operación suicidio”, porque eso es lo que están cometiendo.
Al cumplirse tres años y 11 meses de guerra, Estados Unidos perdió en la nación del Golfo Pérsico tres mil 098 uniformados, los últimos 18 en los primeros días de febrero, cuando cuatro de sus helicópteros fueron derribados, y en realidad ahora no saben cómo retirarse.
Entre los negocios más lucrativos en Iraq aparen actualmente la contratación de mercenarios por parte de empresas que operan con ganancias de más de mil millones de dólares anuales.
Los contratados operan sin restricciones oficiales y asumen también tareas militares paralelas a las de los soldados norteamericanos.
La verdad sigue siendo la primera víctima de la guerra, acompañada de los que derraman sangre, mueren, resisten y evidencian que cada ofensiva emprendida por las tropas norteamericanas y sus coaligados termina en rotundo fracaso.
“Mientras más tropas mandan, más cadáveres vuelven”, afirma el politólogo norteamericano James Petras, quien vaticina un rotundo fracaso en la escalada de W. Bush.
Un documento de 90 páginas de los servicios de inteligencia estadounidenses afirma que Estados Unidos ejerce escaso control en Iraq y admite gran posibilidad de que la situación allí se agrave, resta interés a la supuesta participación de iraníes en el conflicto y considera vigente la resistencia interna.
Como expresión de las crecientes contradicciones internas en EE.UU., el vicepresidente norteamericano Dick Cheney emplea lenguaje beligerante, como W. Bush, para negar arbitrariamente la competencia constitucional del Congreso bicameral de su país para oponerse a los planes belicistas y cambiar la política de la actual Administración.
Televisoras extranjeras destacan que numerosos soldados norteamericanos se niegan a participar en matanzas en el país árabe, y reportan el rechazo de ciudadanos estadounidenses a la guerra, mientras medios digitales alternativos divulgan calamidades reinantes en Iraq y abusos que prosiguen contra prisioneros en la ilegal base norteamericana de Guantánamo.
En Afganistán, un alza de las acciones de la resistencia determinó que EE.UU. sustituyera al general británico David Richard al frente de las tropas de la OTAN que operan en el país invadido, y lo traspasó al general norteamericano de cuatro estrellas Dan McNeill, al tiempo que intensificaba los bombardeos contra poblaciones de las que huyen miles de civiles.
Analistas destacan la decisión española de no enviar más soldados a Afganistán, donde mantiene unos 700 efectivos, parte de alrededor de 30 mil soldados procedentes de países integrantes de la OTAN, y muchos afirman que es señal de mal agüero para W. Bush y su camarilla fundamentalista de derecha.
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