W, BUSH NECESITA UNA CAMISA DE FUERZA
Por Roberto Pérez Betancourt
El presidente norteamericano George W. Bush necesita que le pongan una camisa de fuerza para contener sus iras, tras haber pronunciado un discurso en el Congreso de su país, el martes 23 de enero, que clasifica como la patética puesta en escena del monólogo de un loco.
Es ese un exacto calificativo para su perorata.
Asombrosamente, W. Bush se desentiende de su responsabilidad en la genocida invasión de Iraq, se olvida de los más de cien mil civiles que han perecido víctimas de bombas, ametrallamientos y asesinatos a sangre fría, y pasa sobre cadáveres de más de tres mil norteamericanos muertos en escena, sin contar los fallecidos entre más de 15 heridos.
Plañideramente, ¿quién lo iba a decir?, con la mirada fija en el espacio y las pupilas dilatadas, el máximo aliado de la mafia anticubana de Miami, mister W. Bush, prácticamente ha regañado al Congreso de su país por falta de unidad manifestada en las críticas crecientes a su política toda, especialmente la guerra irracional, y ha llamado a demócratas, sus opositores en el parlamento, y a republicanos, sus hombres de filas, cada vez más controversiales con su jefe oficial, a que lo respalden en la cruzada contra los musulmanes de todas las denominaciones étnico-religiosas.
En el colmo del cinismo, este individuo, que por aborto de los fraudes lleva más de seis años en la presidencia de la mayor potencial mundial, se ha atrevido a amenazar a los norteamericanos con las represalias que tomarían los que él mismo ha ordenado masacrar en el Medio oriente.
Intenta ahora W. Bush utilizar en mayor escala el miedo mayúsculo que él mismo sembró entre sus conciudadanos.
Por supuesto, los más serios analistas se han asombrado del pedestre pensamiento de W., miembro destacado del clan Bush.
En el propio congreso tuvo la respuesta de la mayoría demócrata, un partido cuyos intereses de clase no difieren de los republicanos, pero que en la actual coyuntura no está dispuesto a suicidarse y aspira a ganar la primera magistratura en el 2008.
Con menos del 28 por ciento de popularidad y un rechazo en las encuestas que supera el 64 por ciento, W. Bush escuchó un NO en la mayoría del congreso al conciliábulo inmoral que propuso.
Lo mejor está aún por verse. Las próximas jornadas legislativas en Estados Unidos se avizoran muy interesantes y, quizás, sirvan para ponerle la camisa de fuerza que necesita el loco de la Casa Blanca.
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