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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Primero de Mayo, historia de actual vigencia

Primero de Mayo, historia de actual vigencia

Roberto Pérez Betancourt

 Durante el acto conmemorativo central del Primero de Mayo del año 2003, en la Plaza de la Revolución, de Ciudad de La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó: “Un día como hoy, fecha gloriosa de los trabajadores, que conmemora la muerte de los cinco mártires de Chicago, declaro, en nombre del millón de cubanos aquí reunidos, que haremos frente a todas las amenazas, no cederemos ante presión alguna, y estamos dispuestos a defender la Patria y la Revolución, con las ideas y con las armas, hasta la última gota de sangre.”   

 El primero de mayo de 1886 el movimiento obrero norteamericano respondió al llamamiento de huelga general, lanzado el año anterior con el propósito de “... protestar contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día para comenzar a disfrutar ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana''.

   La huelga fue muy efectiva en la paralización de industrias y en desfiles que recorrieron ciudades como Detroit, Chicago, Filadelfia, Nueva York y Cincinnati, entre otras. La prensa  que respondía a intereses empresariales tildaba de alocados los trabajadores.

   En Louisville, Kentucky, más de 6 mil negros y blancos, causaron un gran revuelo al marchar por el Parque Nacional, violando deliberadamente el edicto que prohibía la entrada de gente de color.  

 En Chicago --baluarte de la rebelión— cronistas calcularon que por lo menos 30 mil  obreros  paralizaron los sectores más importantes de la producción y el transporte.

   Las avenidas fueron tomadas por las familias de los trabajadores, sin sospechar que policías armados aguardaban en sitios estratégicos, y efectivos de la Guardia Nacional armados con ametralladoras estaban listos para entrar en acción contra los que se atrevían a cuestionar el orden establecido.

   Historiadores refieren que el 'Comité de Ciudadanos' de la clase dominante de Chicago había decidió provocar incidentes para decapitar y aplastar el movimiento. La policía comenzó a atacar a los trabajadores.

   Los patronos de la planta  McCormick Reaper  había cerrado la industria desde mediados del verano a los sindicalizados y la policía llevaba a diario grupos de personas sin trabajo para que actuaran de esquiroles.

   El dos de mayo el dirigente Spies habló ante un grupo de más de seis mil compañeros, mientras unos cientos de ellos enfrentaban a los rompehuelgas. “De repente, se oyeron disparos cerca de la planta de McCormick y más o menos 75 asesinos robustos, grandotes y bien comidos, al mando de un teniente gordo de policía, pasaron, seguidos por tres vagones llenos de bestias del orden público”, reseñó la publicación  Arbeiter Zeitung del cuatro de mayo de ese año.

   En medio de una batalla de piedras de los obreros y  balas de la policía, los trabajadores  se dispersaron. Por lo menos dos cayeron muertos; muchos más fueron heridos, incluidos numerosos niños. Un volante atribuido a Spies llamó de inmediato a los obreros a empuñar las armas. La huelga alcanzó proporciones gigantescas.

   REPRESION INDISCRIMINADA

 En la mañana del cuatro de mayo la policía atacó una columna de tres mil huelguistas en el Parque Haymarket. Estalló una bomba y los agentes cargaron contra la multitud indiscriminadamente. Varios murieron. Se estima que más de 200 manifestantes fueron heridos. Entre los que perecieron había siete policías, la mayoría a causa de balas disparadas por sus propios compañeros.

  La oligarquía ya tenía la justificación que necesitaba para desatar su planeada ofensiva en las calles, en los tribunales y en la prensa.  Periódicos de Chicago y de  todo el país, respondiendo a  intereses de  empresarios, demandaron ejecutar  a todos los subversivos.

  En días sucesivos las fuerzas policiales arreciaron la represión, encarcelaron a millares, torturaron, asaltaron imprentas y viviendas, y acumularon “pruebas” contra los sediciosos para alimentar las páginas  de los diarios burgueses.

   La mayoría  de los obreros reprimidos eran inmigrantes europeos en busca de mejores condiciones de vida. Los acusados en el proceso judicial fueron ocho  dirigentes sindicales de diferentes tendencias, de los cuales solamente dos eran norteamericanos. Se nombraban August Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolph Fischer, George Engel, Louis Ling y Oscar Neebe.

   Los ataques represivos desintegraron la huelga general.  La clase dominante abrió un gran proceso  en Chicago a mediados de mayo de 1886 bajo la acusación de asesinar a un policía en la revuelta de Haymarket. 

 JUICIO AMAÑADO PARA UNA SENTENCIA EXIGIDA

 Observadores imparciales opinaron que el jurado fue manipulado y el juicio devino  linchamiento legal, sin ninguna prueba de participación en el incidente de la bomba, en el que solamente dos de los acusados habían estado presentes. Los acontecimientos demostraron que el verdadero interés no era juzgar al que soltó la bomba, sino a los líderes de la rebelión obrera.

   El proceso duró varios meses y las palabras del fiscal Grinnell resultaron reveladoras: 'La ley está en juicio –dijo--. La anarquía está en juicio. El gran jurado ha escogido y acusado a estos hombres porque fueron los líderes. No son más culpables que los miles que los siguieron. Señores del jurado, condenen a estos hombres, denles un castigo ejemplar, ahórquenlos y salven nuestras instituciones, nuestra sociedad'.

   Resumiendo sus principios revolucionarios ante el tribunal, Spies expresó: “Bueno, estas son mis ideas... si ustedes piensan que pueden borrar estas ideas que están ganando más y más partidarios con el paso de cada día, si ustedes piensan que pueden borrarlas ahorcándonos, si una vez más ustedes imponen la pena de muerte por atreverse a decir la verdad, y los reto a mostrarnos cuándo hemos mentido, digo, si la muerte es la pena por declarar la verdad, pues pagaré con orgullo y desafío el alto precio.¡Llamen al verdugo!'.

   Los ocho fueron condenados a  muerte. En todo el mundo, incluidos los Estados Unidos, se alzó una gigantesca ola de protesta. Al aproximarse el día de la ejecución, cambiaron la sentencia de tres de los condenados a cadena perpetua. Louis Lingg apareció muerto en su celda: un fulminante de dinamita le voló la tapa de los sesos. No se sabe si esto fue un acto final de desafío; sin embargo, se rumoraba que le iban a suspender la ejecución, así que es probable que su muerte fuera un asesinato, estiman analistas del tema. 

LOS MÁRTIRES DE CHICAGO  VISTOS POR JOSE MARTI

 José Martí, entonces corresponsal en Chicago de 'La Nación' de Buenos Aires, escribió en su reseña del suceso: '...Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas plateadas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos... abajo la concurrencia sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... plegaria es el rostro de Spies, firmeza el de Fischer, orgullo el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita que la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora... los encapuchan, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos cuelgan y se balancean en una danza espantable...'

   Estudiosos  han señalado que en 1893, el nuevo gobernador de Illinois Altgeld y el juez Eberhardt establecieron que los ajusticiados no habían sido  culpables de ningún crimen. Se comprobó que el procurador de ese entonces había arreglado al jurado y las pruebas concernientes para lograr el veredicto que exigían los oligarcas.

  UN DIA PARA CONMEMORAR Y LUCHAR

  A mediados de 1889 el congreso fundador de la  Segunda Internacional proletaria, a solicitud de la delegación obrera estadounidense,  declaró el Primero de Mayo como día de lucha y combate para el proletariado mundial.

 Al año siguiente tuvieron lugar las primeras conmemoraciones, que desde entonces se han sucedido, excepto en los Estados Unidos, donde el primer lunes  de septiembre de cada año  celebran un festivo Día del Trabajo. 

  Este Primero de Mayo, una vez más, Cuba toda será un mar de pueblo volcado a las calles y avenidas para desfilar y saludar el Día Internacional de los Trabajadores, dedicado especialmente a nuestro querido Fidel.

Fuentes consultadas: Obrero Revolucionario No. 351,  abril de 1986. Diario digital independiente. Martí José: Obras completas. Castro Fidel, discurso 1ro. Mayo 2003.

 

 

 

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