Blogia
DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

¿Democracia?... de los Biden y compañía…

¿Democracia?... de los Biden y compañía…

 Roberto Pérez Betancourt

 

Un almuerzo suculento para invitados en tiempo real, todos apurados; la indiferencia abrumadora de la prensa local e internacional, una agenda sin acuerdos y un discurso vacío de realidades y pletórico de autocomplacencia, tal ha sido, a groso modo, el saldo de la reunión sobre ¿democracia?, convocada por el señor Joe Biden y compañía a la que virtualmente asistieron, como era de esperarse, los convidados de oficio,  muy apurados para retornar a sus realidades gubernamentales, procurando siempre no hacer el ridículo.

  Sin embargo, hay que reconocerle a Joe la imaginación que le despertaron sus asesores, mediante una receta que conllevaba realizar un esfuerzo público muy difícil para mostrar la salud de la democracia en su país, a pesar de que los hechos a la vista  evidencian todo lo contrario,  no solo por las arbitrarias represiones policiales, especialmente dirigida a negros,  hispanos residentes y emigrantes sino además por los efectos de una pandemia de pésima atención ejecutiva por la administración de Donald Trump, heredada por el actual incumbente.

  Cifras oficiales reportadas afirman que hasta el lunes 13 de diciembre último, Estados Unidos contabilizó poco más de 50 millones de casos de  covid-19 desde el inicio de la pandemia, refiere la Universidad Johns Hopkins (JHU). Cerca de 798 000 personas han muerto. (Algunos observadores consideran que la cifra real supera varias veces a la indicada. Se basan en las causas reales del reporte de defunción).

 

   Primer aniversario del asalto a la democracia en el Capitolio norteño

 

   En este ámbito incide además el muy cercano primer aniversario del asalto al Capitolio –sacrosanta sede de la cocina “democrática” donde se legislan y aprueban recetas domésticas y para consumo foráneo, que siguen los paradigmáticos designios del ¿imperio democrático?

   El seis de enero de 2020 sentó una premisa inolvidable cuando “una turba” asaltó ese símbolo arquitectónico de la cocina democrática. Pero no una turba callejera, nada de eso. Fueron personajes dignos de una película hollywoodense, magistralmente caracterizados para defender al Rubio Despeinado que pretendía a toda costa prolongar el martirio de su ejecutoria presidencial por otros cuatro años.

 El propio Biden tiene que recordar esa realidad, a pesar de sus patinajes mentales. Trataron de birlarle el trono imperial, que acababa de ganar en la tómbola electoral, gracias a los millones de votos de los anti trumpistas.

  Recordemos: en las elecciones presidenciales de 2020 participó el 66,7 por ciento de los votantes estadounidenses inscriptos, un índice fuera de serie. Joe Biden contabilizó 81 281 888 votos, el 51,38 por ciento del total. Su contrincante, el aspirante a la reelección Donald Trump, cosechó 74 223 251 papeletas, equivalentes al 46,91% del voto popular. Perdió. También perdió en el colegio electoral, el que decide, donde el aspirante Biden obtuvo 306 sufragios, es decir, 104 más que el incumbente.

   Los resultados cuantitativos también demostraron  que los partidarios de la democracia a lo Trump suman cifras enormes, en un país cuyo futuro aguarda dentro de tres años las recurrentes aspiraciones del Rubio Despeinado, quien, sin dejar de decir que le hicieron trampa en 2020, con lo cual cuestiona los pilares  de la democracia en su país,  no ha escatimado esfuerzos  –como suele hacer—  para pavonear su desbordante soberbia, reiterando que volverá a ser candidato a la presidencia del Imperio dentro de tres años… ¿será?

  Sin dudas, en 2020, desconocer la Ley e imponer una voluntad dictatorial utilizando a una muchedumbre variopinta, puso en cuarentena los residuos de lo que en teoría se presenta como la democracia a imitar por quienes, según el propio guion de Washington, son violadores de los sacrosantos deberes democráticos, esos que como paradigma subrayan respeto a la Ley, la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes. cuyo poder, afirman, radica en el propio pueblo….¿será?

  Biden conocía esa realidad, porque además estuvo en su epicentro. Para los observadores más discretos, el esfuerzo del actual ocupante de la Casa Blanca con su reunión apuntaba a borrar esas impresiones desagradables que dejó el enero de 2020 y montar el clásico espectáculo de lentejuelas y panderetas para resucitar los idílicos principios de la en realidad dictadura de la alta burguesía estadounidense.

 

   Poca promoción, ninguna declaración final y millones para adictos…

 

  Petro los grandes medios de difusión en todos los soportes le dieron la espalda al cónclave de Biden. Poca cobertura espontánea al cierre del evento contrastaron con  amplias reseñas sobre lo que le preocupa más a la población, incluidos empleados, desempleados y empleadores: una crisis inflacionaria que se estima es la mayor en los últimos 40 años de la que no escapa nadie y cuyos efectos se sienten, no en conceptos teóricos, sino a la hora de pagar los productos de primera necesidad, la renta, el agua, el teléfono, el transporte y un largo etcétera que cuando llega a los costos de la salud provocan gritos de desesperación.

  Obviamente, no era el momento más indicado para pavonear la democracia a lo Biden y compañía. Los asistentes virtuales de unos 100 países se fueron en blanco: no aprobaron ningún documento final. Quedaron para el olvido sus  discursitos retóricos sobre el deber ser,  y dejaron a la interpretación de los analistas la valoración sobre si en verdad se trató de pulsar el enfrentamiento con China y Rusia, naciones a las que graciosamente la Administración Biden les niega haber elegido democráticamente a sus gobernantes, y de paso, les endilga el San Benito de “violadores de los derechos humanos”, una categorización tan arbitraria que se ha convertido en lugar común, a la que nadie con seriedad analítica le hace caso cuando los que juzgan  cargan ese fardo pesado en la realidad cotidiana de su propio país.

    Pero algo claro si se sacó del cónclave: 424 millones de dólares a disposición de la “Iniciativa Presidencial para la Renovación Democrática”. Un dinerito destinado en teoría a complacer a instituciones y personeros encargados de apoyar la libertad de los medios de difusión, impulsar reformas democráticas y luchar contra la corrupción en naciones donde necesiten de esas gestiones bien pagadas.

  En parte, los fondos referidos serán administrados por la agencia oficial de asistencia exterior USAID para apoyar y defender a medios y periodistas independientes en otros países.

 Nada nuevo, viejas fórmulas diseñadas para disuadir empeños verdaderamente inspirados en la justicia social y apoyar a quienes se apunten en la lista de actores de la comedia “democrático representativa” que Washington patrocina en interés de cortar rebeliones, protestas e intentos de zafarse del yugo, del viejo yugo imperial.

Todo un resumen apropiado para la democracia de los Biden y compañía… 

 

 

 

 

0 comentarios