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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Abuso policial en EE.UU., asunto recurrente en el país de los “derechos humanos”

Abuso policial en EE.UU., asunto recurrente en el país de los “derechos humanos”

Roberto Pérez Betancourt

No existe un noticiero de televisión en Estados Unidos donde el tema del abuso policial no sea recurrente, aunque en realidad se quede en la epidermis de la noticia, porque en raras ocasiones se profundiza en el cómo y el por qué de los hechos.

  La reiteración de los sucesos de abuso policial en la nación norteña obviamente obliga a los editores de noticias a no “pasarse con ficha”, y citar al menos lo sucedido: quién, qué, dónde y cuándo,  para no quedarse en blanco y perder audiencia, aunque en ocasiones, incluso, obvien el quién.

 Los temas policiales de este tipo, que sugieren discriminación, atropellos, negligencias y violaciones de los derechos humanos, son tipificados por expertos en comunicación social  como “de inmediata satisfacción para el destinatario del mensaje”, pues son ávidamente devorados por lectores, oyentes, televidentes y navegantes en Internet.

   Esos consumidores de noticias  suelen quedarse con deseos de saber más y hurgar en lo que generalmente los medios no dicen, ya sea por razones de “perfil editorial”, o porque “investigar cuesta muy caro”, o simplemente porque no desean  entrar en contradicciones con los departamentos policiales y la gobernación loca,l y exponerse a sufrir represalias de diversa índole.

  Sin embargo, esa prensa autoconceptualizada como el “cuarto poder” en las llamadas “democracias representativas”, no suele vincular los abusos policiales con las pretensiones políticas del sistema, cuando sus voceros más “representativos” –incluido el propio presidente de la nación- proclaman a los cuatro vientos que Estados Unidos de América  es “el campeón de los derechos humanos en el mundo”, y en nombre de ese supuesto destino manifiesto sus autoridades se dispone a actuar  extraterritorialmente,  entrometerse y dictar normas, obviamente No a su imagen y semejanza.

  La tortura policial en imágenes

Uno de los más recientes casos de abuso policial ha sido el del ciudadano Charles Wade, afroamericano de 37 años de edad, quien aparece en un video difundido en las redes sociales, donde se le ve mientras es torturado con gas pimienta por policías.

   Según información en el web, Las imágenes fueron grabadas en octubre del año pasado por la cámara de un oficial de la cárcel del condado de Montgomery (estado de Ohio, EE.UU.). Posteriormente fueron entregadas al diario ‘The Washington Post’ por el activista de Ohio David Esrati.

  La publicación RT en español, precisa que la polémica grabación muestra cómo los policías llevan primeramente al detenido a la cárcel; posteriormente lo descalzan y ponen en una silla de inmovilización, a lo que Wade se opone. Después los oficiales perpetran lo que luego en su demanda contra ellos Wade califica de “tortura”: le rocían la cara con spray de pimienta dos veces. “No puedo respirar, ayúdenme”, empieza a gritar el estadounidense repetitivamente mientras se escucha la tos de los policías aparentemente afectados por el spray.

  Sobre este tema los invito a leer este interesante trabajo del John W. Whitehead, abogado constitucionalista y fundador y presidente del Instituto Rutherford. Su libro de  Battlefield America: The War on the American People (SelectBooks, 2015) está disponible en línea en www.amazon.com.  Este artículo fue publicado originalmente en Information Clearing House. A continuación la versión en español traducida del inglés por el sitio digital  Cubadebate.

Modos en que usted puede morir durante un encuentro con la policía en EEUU

 “La policía es especialista en violencia. Están armados, entrenados y autorizados a usar la fuerza. Con mayor o menor sutileza, estos son los colores cada una de sus acciones. Al igual que la posibilidad del arresto, la amenaza de violencia está implícita en cada encuentro con la policía. La violencia, así como la ley, es lo que representan.” Kristian Williams

¿Cómo se protege usted en Estados Unidos de recibir un puñetazo, lo asfixien con las manos, sea blanco de dardos electrificados y morir bajo las balas? ¿Cómo defenderse contra las personas que han sido adoctrinadas en la creencia de que son superiores a ti, que su palabra es ley y que tienen el poder de tomar tu vida?

Por encima de todo, ¿cómo se puede mantener la ilusión de libertad cuando todos los días estadounidenses caen bajo los tiros o son despojados, buscados, atragantados, golpeados y reciben descargas de Taser a manos de la policía por poco más que atreverse a fruncir el ceño, sonreír, cuestionar, desafiar una orden o simplemente existir?

La respuesta corta: no se puede.

La respuesta larga es mucho más complicada y tampoco evita la sensación de desesperación, impotencia y vulnerabilidad ante los miedos, estados de ánimo y reacciones equivocadas de cada policía en la calle.

Si preguntas qué se le permite a los estadounidenses para mantenerse con vida durante los encuentros con la policía, te dirán que tienes que cumplir (o morir).

No importa donde vivas -ciudad grande o pequeña. Dondequiera se reproduce esta idea, como lavado de cerebro para creer que cualquier persona que lleva un uniforme de gobierno -sea soldado, oficial de policía,  guardia carcelero- debe ser obedecido sin lugar a dudas, mientras que los agentes del gobierno, promocionados por su propia autoridad y el poder de su uniforme, pasan por encima de los derechos de la ciudadanía.

Por ejemplo, una agencia de policía local en Virginia ha comenzado la entrega de una guía -desarrollada en cooperación con un grupo de pastores- sobre cómo los afronorteamericanos deben interactuar con la policía. El propósito de este recurso, según la policía, es asegurarse de que los ciudadanos se sientan “cómodos” y sepan qué hacer al interactuar con la policía con el fin de “promover la seguridad pública y la interacción respetuosa”.

Curiosamente, en ninguna parte de la “Guía para Interactuar con la Policía” se hace mención alguna a la Constitución o a los derechos de la ciudadanía, salvo el derecho a permanecer en silencio.

De hecho, el principal punto en el que hace hincapié la guía bilingüe dirigida a “fomentar la confianza y la cooperación”, es que los ciudadanos deben cumplir, cooperar, obedecer, no resistir, no discutir, no hacer gestos o declaraciones amenazantes, evitar los movimientos bruscos y someterse a un registro de su persona y sus pertenencias.

El problema, por supuesto, es cuando todo eso no es suficiente.

No estoy hablando sobre el número de individuos, especialmente jóvenes, que están muriendo a tiros por la policía por tener en su poder un arma similar a la de los policías, como una pistola de aire comprimido, por ejemplo. Ni siquiera estoy hablando de personas que han sido grabadas blandiendo armas contra la policía, tales como tijeras.

Estoy hablando de un número creciente de personas desarmadas que han sido baleadas y asesinadas sólo por tener el pie de cierta manera, o se movieron de una manera determinada, o mostraron algo, cualquier cosa, que la policía podría malinterpretar como una pistola, o dispararon el miedo en la mente de un agente de policía, sin que tuviera nada que ver con una amenaza real para su seguridad.

Veamos algunos casos (los links en el texto refieren a cada noticia en cuestión):

Asesinado por estar en una “posición de disparo. En California, la policía abrió fuego y mató a un hombre con problemas mentales, desarmado y negro, supuestamente porque sacó un vaporizador -dispositivo para fumar- del bolsillo y pareció que estaba en “postura de disparo”.

Asesinado por el uso de un teléfono celular. La policía de Arizona disparó a un hombre que estaba huyendo de los Alguaciles de Estados Unidos después de que él se negó a soltar un objeto que resultó ser un teléfono celular.

Asesinado por comportarse de manera extraña y con un bate de béisbol. En respuesta a una llamada por disturbio doméstico, la policía de Chicago disparó y mató a estudiante universitario de 19 años de edad, Quintonio LeGrier, que al parecer había estado experimentando problemas de salud mental y andaba dando vueltas con un bate de béisbol por todo el apartamento donde él y su padre vivían.

Asesinado por abrir la puerta principal. Bettie Jones, que vivía en el piso de abajo de LeGrier, también fue baleada fatalmente -esta vez, accidentalmente- cuando intentó abrir la puerta de entrada a la policía.

Asesinado por ser un niño en un coche perseguido por la policía. Jeremy David Mardis, de seis años y autista, murió tras recibir varias disparos en la cabeza y el torso por la policía de Luisiana  La policía abrió fuego contra el automóvil que conducía el padre de Jeremy, Chris Few, quien también recibió un disparo, y luego supuestamente mintió, alegando que estaban tratando de entregar una orden pendiente, cuando supuestamente se resistía y disparaba contra la policía (el arma no fue encontrada), y también él trató de chocar su auto contra un coche de policía. La filmación de las cámaras refutó las afirmaciones de la policía.

Asesinado por atacar a la policía con una cuchara de metal. En Alabama, la policía disparó y mató a un hombre de 50 años de edad, que al parecer reclamaba a un oficial de policía mientras mantenía “una cuchara grande de metal de una manera amenazante.”

Asesinado por utilizar una rama de un árbol de manera agresiva. La policía de Georgia disparó y mató a un hombre de 47 años de edad, que llevaba sólo pantalones cortos y zapatillas de tenis y estaba sentado en el bosque contra un árbol. Luego comenzó correr hacia la policía con un palo en la mano “de manera agresiva.”

Asesinado por arrastrase desnudo. La policía de Atlanta disparó y mató a un hombre desarmado que fue reportado por “actuar trastornado, tocando puertas, arrastrándose por el suelo desnudo.” La policía disparó dos tiros al hombre después de que este comenzó a correr hacia ellos.

Asesinado por doblar la espalda en una postura defensiva. En respuesta a una llamada por problemas domésticos, varios oficiales de la policía del condado de Baltimore se abrieron paso dentro de una casa donde, “temiendo por su seguridad y la de los demás”, tres agentes abrieron fuego contra un hombre desarmado de 41 años de edad que estaba encorvado en una postura defensiva. El hombre murió en presencia de sus dos hijas y la madre de las niñas.

Asesinado porque un oficial de policía tomó accidentalmente su arma en lugar de su pistola eléctrica. Un hombre de Oklahoma sospechoso de tratar de vender un arma de fuego ilegal murió a tiros después que un oficial de la reserva inadvertidamente disparó su arma en lugar de su pistola eléctrica. “¡Oh! ¡Le disparé! Lo siento!”, gritó el reservista.

Asesinado por usar pantalones oscuros y una camiseta de baloncesto. Donnell Thompson, un discapacitado mental de 27 años de edad, descrito como suave y tímido, fue asesinado a tiros después que la policía buscaba a un sospechoso de robo de auto que había utilizado ropa que encontró tendida en un patio de vecindad próxima. La policía “sólo” abrió fuego con un rifle M4 después de que Thompson comenzara a correr tras ser alcanzado por balas de goma.

Asesinado por contar a la policía que posee legalmente un arma de fuego y tiene encima el permiso. Philando Castile murió a tiros durante una parada de tráfico rutinaria al parecer por una luz trasera rota. Cuando iba a sacar su licencia, Castile explicó a la policía que tenía un permiso para llevar armas. Tras esa declaración, la policía disparó cuatro veces a Castile en presencia de su novia y su hija de 4 años de edad.

Asesinado por aparcar el auto en cualquier sitio cuando un oficial de policía lo detiene. Deravis Caine Rogers murió después de comenzar a conducir lejos de un complejo de apartamentos al mismo tiempo en que un agente de policía le gritó que se detuviera. A pesar del hecho de que el policía no tenía ninguna razón para creer que Rogers era una amenaza o había sospecha de cualquier actividad ilegal, el agente disparó contra Rogers desde la ventana del lado del pasajero.

Asesinado por conducir con sordera. En Carolina del Norte, un policía estatal disparó y mató a Daniel K. Harris, sordo de 29 años, después de que no se detuviera durante una señal de parada de tráfico.

Asesinado por ser persona sin hogar. La policía de Los Angeles asesinó a un hombre sin hogar desarmado por no dejar de montar su bicicleta.

Asesinado por ser viejo y utilizar un andador. John Wrana, un anciano de 95 años de edad, veterano de la Segunda Guerra Mundial, que vivía en un centro de vida asistida y utilizaba un andador para moverse, murió a tiros cuando un policía confundió el bastón que llevaba con un machete. Le disparó varias veces con una escopeta a corta distancia.

Asesinado por haberse roto su carro en la carretera. Terence Crutcher, desarmado y negro, fue muerto a tiros por la policía de Oklahoma después de que su coche se rompió en la carretera. Crutcher recibió un disparo en la espalda mientras caminaba hacia su automóvil con las manos arriba. Asesinado por usar una manguera de jardín. La policía de California debe pagar 6.5 millones de dólares de indemnización después de que abriera fuego contra un hombre que sostenía una manguera de jardín. El agente creyó que era un arma de fuego. A Douglas Zerby le dispararon 12 veces y lo declararon muerto en la escena.

Baleado por orinar al aire libre. El joven de dieciocho años de edad Keivon Young recibió siete disparos de la policía por orinar al aire libre. Young estaba simplemente subiéndose la cremallera de sus pantalones cuando escuchó una conmoción detrás de él y luego vio que había sido golpeado por una ráfaga de balas de dos policías encubiertos. Al parecer los agentes confundieron a Young -5’4 de estatura y 135 lbs.- con un sospechoso de asesinato de 6′ de altura y 200 libras que posteriormente fue aprehendido. Young fue acusado de delito grave de resistencia a la autoridad y dos cargos de agresión a un agente del orden público.

Puede haber todo tipo de excusas para justificar estos disparos, y de hecho eso es exactamente lo que se escucha de los políticos, los sindicatos de policía, los agentes del orden y los individuos que están dispuestos a marchar al ritmo de la policía. Sin embargo, sugerir que un buen ciudadano es aquella persona obediente y que la obediencia nos salvará de la policía estatal no sólo es una imprudencia temeraria, sino también un engaño fuera de contacto con la realidad, ya que en el estado policial estadounidense el cumplimiento de la ley no necesariamente libra a la gente de la violencia.

Francamente, estos incidentes ponen de manifiesto que en un estado policial, aún cuando el ciudadano sea verdaderamente responsable, sumiso y obediente, también puede ser un hombre muerto.

Como señalo en mi libro de  Battlefield America: The War on the American People, “nosotros el pueblo” ahora estamos a merced de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y ellos tienen la discreción casi absoluta para decidir quién es una amenaza, lo que constituye la resistencia y qué violencia pueden ejercer aquellos ciudadanos a los que se les haya designado para “servir y proteger”.

¿Cómo es que hemos pasado de una nación de leyes -en la que por lo menos teníamos el derecho a ser tratados con dignidad y respeto como cualquier otra persona (en principio, al menos)- a una nación de las fuerzas del orden (coleccionistas de ingresos con armas) que nos tratan a todos como sospechosos y delincuentes?(TVY)(20/02/17)

 

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