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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

ILEANA SE DESORDENA

ILEANA SE DESORDENA  

ILEANA SE DESORDENA

 

Por Roberto Pérez Betancourt

 

Ileana Ross-Lethinen acaba de reconocer que fueron ciertas sus declaraciones públicas en las que insta a asesinar a Fidel Castro.

Sin recato alguno, a través de su vocero Cruz, la representante federal de Estados Unidos ha confesado su vocación al magnicidio, en una especie de “profesión de fe” ante sus electores floridanos más cavernícolas, a quienes  ha enviado el mensaje de que  está dispuesta no solo a aullar, sino también a morder y hasta matar.

Saltando sobre la moral cristiana y la ética a la que está obligada desde su elevado cargo público, a la amiga íntima de Lincoln Díaz-Balart no le ha quedado más remedio que desnudarse el alma ante el ridículo que venía haciendo cuando intentaba negar lo que está grabado y es constancia de que ella se desordena fácilmente.

Las palabras textuales de Ross-Lethinen, según recoge el propio El Nuevo Herald, de Miami, el 23 de diciembre de 2006, fueron: ''Doy la bienvenida a que cualquier persona tenga la oportunidad de asesinar a Fidel Castro u otro líder que oprima a su pueblo''.

Este jugar a ser Dios,  interpretando el significado de “oprimir al pueblo” para  bajar el  pulgar y ordenar degüello, no le asienta a la dama, quien obviamente está  sumamente preocupada ante el declive de la votación que obtuvo en las últimas elecciones estaduales y cree que necesita revitalizar su imagen dura ante el electorado miamense “anticastrista”. 

  En el orden personal se puede simpatizar, discrepar o simplemente no tolerar a alguien, pero por sobre gustos y desordenos la realidad ética, la moral pública, la decencia y el cristianismo confeso enseñan que es de mal gusto desear la muerte   y mucho menos reconocer que desde una posición de poder se invita a asesinar.

Lo dicho  por la representante estatal Ileana Ross-Lethinen sucede en la antesala de aprestarse a  asumir el liderazgo republicano (minoritario) en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara.

Por el delito de amenaza de muerte cualquier ciudadano en Estados Unidos puede ser enjuiciado y condenado.

 A la congresista Ileana, su inmunidad parlamentaria, lejos de eximirla, la obliga aún más a ser comedida y no transgredir la ley.

Aunque ella negó reiteradamente que sus declaraciones contra la vida de Fidel Castro, Presidente electo de Cuba, fueran ciertas, fue cogida en falta, y al borde de la demanda por Dollan Cannell, director del documental ''638 formas de matar a Castro'', quien grabó sus declaraciones de vocación magnicida dichas no una, sino dos veces, Ileana acaba de optar por aquello de decir: “donde dije digo, dije Diego”.

Dispuesta a reforzar su “imagen anticastrista hasta la sangre misma”, para no seguir perdiendo  el favor de  electores cavernícolas, y ante el riesgo  de exponerse al ridículo público de  mentiras y faltas éticas, aquella a quien algunos llaman “Loba feroz” ha optado por un reconocimiento tibio de sus palabras, sin que verdaderamente  se haya disculpado ante Cannell por haberlo acusado de mentir.

Pero Ileana sabe que no debe declarar públicamente su vocación de asesina, aunque lo ha hecho. Por esto puede ser políticamente enjuiciada en el Congreso. Por esta falta su barniz democrático, muy deteriorado, puede acabarse de derretir.

 A partir de enero otro gallo cantará en el parlamento norteamericano, lo sabe Ileana y lo saben otros “líderes” de la extrema derecha de origen cubano.

Entre esa última se refugian  asesinos múltiples, como Orlando Bosh Ávila y Luis Posada Carriles, autores intelectuales de la explosión de una nave de Cubana de Aviación en 1976, poco después de despegar de Barbados,  donde murieron 73 personas inocentes.

Ciertamente, la ejecutoria pública de Ross-Lethinen, incluida la defensa de los terroristas que despedazaron a los pasajeros  del avión de Cubana,  no deja dudas.

En busca de  simpatías perdidas, en cualquier momento la Congresista puede aparecer en las calles de la Florida, anunciándose subliminalmente en un afiche de colores, toda desordenada,  vestida de vaquera, con una pistola al cinto y la otra apuntando a la cabeza de Fidel Castro.

(Diciembre 27 2006)

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